sábado, 14 de julio de 2018

Última muerte por la viruela en el mundo.

La viruela era una enfermedad temida en el mundo, más que cualquier peste o plaga. Durante siglos había sembrado el terror y causado la muerte de millones de personas. Solo en el siglo XX, trescientos millones de personas murieron por esa causa. Hasta 1967, todavía ocasionaba entre 10 a 15 millones de casos al año, de los cuales morían de 1,5 a 2 millones de individuos. En los sobrevivientes causaba ceguera, desfiguración grave y otras lesiones incapacitantes.

El 8 de mayo de 1980, la Asamblea Mundial
de la Salud (OMS) declara solemnemente que la viruela había sido erradicada de la tierra. El último caso de viruela adquirida naturalmente en el mundo fue diagnosticado en Merka, puerto de Somalia, país africano, el 26 de octubre de 1977.
Sin embargo, poco tiempo más tarde, en 1978 hubo dos casos viruela con una muerte contraída accidentalmente en un laboratorio. La fallecida fue Janet Parker, una fotógrafa médica que trabajaba en el departamento de anatomía de la University of Birmingham Medical School, en Gran Bretaña.
Un año antes del suceso, el responsable del laboratorio de microbiología de esa universidad, Henry Bedson, había solicitado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) permiso para poder conservar por tiempo indefinido las muestras de viruela que poseían, intentando librarse así de la orden de destrucción que obligaba a eliminar el virus en poco tiempo. La OMS denegó el permiso porque su inspección de seguridad de las instalaciones fue negativa. Sin embargo, Bedson mantuvo sus investigaciones hasta que el 11 de agosto su “vecina” del piso de arriba comenzó a enfermar.
Janet Parker tenía su laboratorio fotográfico un piso sobre el laboratorio de microbiología donde se guardaba la viruela. Aunque Parker había sido vacunada hacía años, sucedió lo impensable. El virus encontró un camino de escape en los conductos de ventilación del área de almacenamiento de muestras, llegando precisamente al piso superior e infectando a Janet. En cuanto se confirmó que se trataba de un caso de viruela, se armó un gran lío, tanto legal como sanitario. Se mantuvo a todo el personal y a cuantos habían tenido contacto con Janet bajo vigilancia. Su madre también se contagió pero logró sobrevivir. Por desgracia, un mes después de enfermar, Janet falleció, convirtiéndose en la última persona en todo el planeta que sucumbió a la terrible viruela y, su vecino del piso de abajo, Henry Bedson, terminó suicidándose.
En la actualidad todas las reservas del virus de la viruela se conservan bajo estrictas medidas de seguridad en los Centros para el Control y la Prevención y de Enfermedades (CDC) en Atlanta, Georgia, Estados Unidos y en el Centro Estatal de Investigación de Virología y
Biotecnología (VECTOR), en Koltsovo (región de Novosibirsk), Federación Rusa. En respuesta a la inquietud de que podrían necesitarse virus vivos para investigaciones en caso de que la viruela reemergiera como resultado de diseminación accidental o intencional, en mayo de 1999 la Asamblea Mundial de la Salud autorizó que se conservaran los virus
en los laboratorios de esos dos países para fines de investigación esencial. La OMS ha establecido un programa de inspección de la seguridad biológica de los dos laboratorios, para cerciorarse de que se cumpla con las normas de seguridad y de que la investigación pueda realizarse de manera inocua.
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